Estimado jugador,
Espero que te encuentres bien. Ya puedo escuchar tus quejas: "¡Gordon Freeman, no hemos escuchado sobre ti en años!" Bueno, si te interesa escuchar mis excusas, tengo muchas, la mayor de ellas siendo que he estado en otras dimensiones, siendo incapaz de contactar contigo por los medios habituales. Así ha sido el caso hasta hace dieciocho meses, cuando experimenté un cambio crítico en mis circunstancias y fui depositado de nuevo en éstos lares. Desde entonces he podido pensar, ocasionalmente, sobre cómo describir mejor los años intermedios, mis años de silencio. Primeramente, me disculpo por la espera, y hecho esto, me apresuro a explicar por fin (aunque brevemente, rápidamente, y con escasos detalles) los eventos que continuan tras los descritos en mi carta anterior (referido aquí como Episodio 2).
Para empezar, como podrás recordar de los parágrafos finales mi misiva anterior, la muerte de Eli Vance nos conmocionó a todos. El equipo de Investigación y Rebelión se traumatizó, incapaz de saber a ciencia cierta cómo de comprometido estaba nuestro plan y si tenía ya algún sentido seguir adelante como habíamos planeado. Y sin embargo, una vez Eli fue enterrado, encontramos la fuerza y el valor de reagruparnos. Fue la fuerte creencia de su valiente hija, la enérgica Alyx Vance, de que debíamos continuar tal y como su padre habría deseado. Teníamos las coordenadas del Ártico, transmitidas por la asistenta veterana de Eli, la Dra. Judith Mossman, la cual creímos que marcó la localización del navío de investigación perdido Borealis. Eli creía firmemente en que el Borealis debía ser destruído antes que permitir que cayera en las manos de la Alianza. Otros en el equipo discrepaban, creían que el Boralis escondía el secreto del éxito de la revolución. En cualquier caso, debatirlo sería inútil hasta encontrarse el navío. Por lo tanto, inmediatamente después del funeral del Dr. Vance, Alyx y yo subimos al helicóptero y partimos hacia el Ártico; un equipo de apoyo mucho más grande, milicianos en su mayoría, nos seguirían por otros medios de transporte.
Sigue sin estar claro qué fue lo que derribó nuestra pequeña aeronave. Las horas siguientes en las que estuvimos atravesando el baldío glacial en una ventisca también me son borrosas, unos recuerdos mal y pobremente definidos. La siguiente cosa que recuerdo claramente es nuestra llegada final a las coordenadas que la Dra. Mossman nos envió, y donde esperábamos encontrar el Borealis. Lo que encontramos en su lugar fue una instalación fortificada que mostraba todos los distintivos de la siniestra tecnología de la Alianza. Aquél complejo rodeaba un enorme bloque de hielo. No había señales del Borealis a primera vista, pero en cuanto nos infiltramos a hurtadillas en las instalaciones notamos un efecto auroral recurrente que, de forma extraña, tenía cierta coherencia; como un enorme holograma desvaneciéndose y apareciendo intermitentemente. Éste extraño fenómeno parecía al principio un efecto causado por un sistema de lentes de la Alianza inmenso, pero pronto Alyx y yo nos dimos cuenta que lo que en realidad estábamos viendo era el navío de investigación Borealis en sí, manifestándose y borrándose de la existencia ante la atenta mirada de los dispositivos de la Alianza. Los alienígenas habían erigido su complejo para estudiar y apoderarse del barco cada vez que se materializaba. Lo que la Dra. Mossman nos envió no eran las coordenadas donde el navío fue localizado, sino donde estaba previsto que llegara. El navío oscilaba adentro y afuera de nuestra realidad, sus pulsos fueron estabilizándose gradualmente, pero no había ninguna garantía de que se mantuviera en ese lugar durante mucho tiempo. Decidimos que debíamos estar preparados para abordarlo en el instante en el que fuera completamente tangible.
En ese momento fuimos detenidos brevemente, no capturados por la Alianza, como temí al principio, sino por los esbirros de nuestro antiguo némesis, el conspirador y deceptorio Wallace Breen. El Dr. Breen no era como lo vimos por última vez, es decir, no estaba muerto. En algún momento, la Alianza guardó una versión anterior de su conciencia, y tras su muerte corpórea, cargaron la copia de seguridad de su personalidad en un pelele biológico, semejante a una babosa enorme. Breen-larva, a pesar que ocupaba una relativa posición de poder dentro de la jerarquía de la Alianza, parecía nervioso y asustado, de mí en particular. Wallace no sabía como murió su previa encarnación, el Dr. Breen original, solo sabía que yo era responsable, por lo que nos trató con gran cautela. Aún así, pronto confesó, nunca siendo capaz de mantenerse callado por mucho tiempo, que él mismo era un prisionero de la Alianza, y que le repugnaba su grotesca existencia actual, y nos rogó que acabáramos con su vida. Alyx creía que una muerte rápida era más de lo que Wallace Breen se merecía. Pero yo, por mi parte, sentí cierta lástima y compasión, y puede que hiciera algo para acelerar la muerte de la babosa antes de proceder, mientras Alyx no miraba.
No muy lejos de donde habíamos sido detenidos por el Dr. Breen nos encontramos a Judith Mossman siendo retenida en una celda de interrogatorios de la Alianza. La situación entre Judith y Alyx era tensa, como podréis imaginar. Alyx culpó a Judith de la muerte de su padre, noticia que devastó a Judith al enterarse. Judith trató de convencer a Alyx de que había sido una agente doble sirviendo a la resistencia desde el principio, haciendo tan sólo lo que Eli le pedía que hiciese, a pesar de que supiera que se arriesgaba a ser vista por sus compañeros, por todos nosotros, como una traidora. Me convenció; a Alyx no tanto. Pero desde un punto de vista pragmático, dependiamos de la Dra. Mossman porque, junto las coordenadas del Borealis, poseía las claves de resonancia que serían necesarias para traer el navío completamente a nuestro plano de existencia.
Peleamos con soldados de la Alianza que protegían un puesto de investigación, donde la Dra. Mossman afinó de forma precisa las frecuencias necesarias para traer al Borealis a una breve existencia física. Con el poco tiempo que disponíamos, nos abalanzamos a bordo del barco, con un número incalculable de soldados siguiéndonos de cerca. El barco apareció por un instante, y entonces continuaron sus oscilaciones. Era demasiado tarde para nuestras propias tropas de apoyo, las cuales justo llegaron y se unieron en batalla con las fuerzas de la Alianza en cuanto empezamos a rebotar entre universos, una vez más, sin amarres.
Lo que pasó a continuación es incluso más difícil de explicar. Alyx Vance, la Dra. Mossman y yo quisimos tomar el control de la nave (su generador de energía, su sala de control, su centro de navegación...). La historia del barco resultó no ser lineal. Años atrás, durante la invasión de la Alianza, varios miembros de un equipo científico que trabajan en el casco de un barco en un dique seco situado en el Centro de Desarrollo de Aperture Science, en Michigan, habían ensamblado lo que ellos llamaban el Dispositivo de Arranque. Si funcionaba como pretendían, emitiría un campo lo suficientemente grande para rodear el barco. Éste campo viajaría instantáneamente después a cualquier destino elegido sin tener que cubrir el espacio intermedio. No había necesidad de portales, ni de entrada ni de salida, ni de otro aparato; era completamente autónomo. Desafortunadamente, el aparato nunca pudo ser probado, ya que la Alianza forzó a la Tierra a la Guerra de las Siete Horas, y fue entonces cuando los alienígenas se apoderaron de nuestros centros de investigación más importantes. El personal del Borealis, sin ningún otro objetivo más que mantener el barco alejado de las manos de la Alianza, actuaron a la desesparada. Activaron el campo y arrojaron el Borealis al destino más lejano que podían elegir: el Ártico. De lo que no se dieron cuenta es que el Dispositivo de Arranque viajaba tanto en el espacio como en el tiempo: no estaba limitado a un tiempo ni a un lugar. El Borealis, en el momento de su activación, fue esparcido a través del continuo espacio-tiempo, entre el casi olvidado lago Hurón de la Guerra de las Siete Horas y el Ártico de hoy; se estiró como una goma elástica, vibrando, excepto en algunos puntos, como si se trataran de los puntos harmónicos de las cuerdas vibrantes de una guitarra. En uno de estos puntos fue donde abordamos, pero la cuerda siguió oscilando atrás y adelante, tanto en el espacio como en el tiempo, y fuimos tirados de todas direcciones.
El tiempo se tornó confuso. Mirando desde el puente podíamos ver el dique seco de Aperture Science en el momento de la teletransportación, justo cuando las fuerzas de la Alianza se acercaban desde tierra, mar y aire. Al mismo tiempo, podíamos ver el témpano ártico, donde nuestros amigos estaban luchando para hacerse camino hacia el proteico Borealis; y además, visiones de otros mundos, en algún momento en el futuro, quizás, o incluso en el pasado. Alyx estaba segura que lo que estábamos viendo era uno de los puntos de reunión de la Alianza para invadir otros mundos, como el nuestro. Mientras tanto, luchamos en una batalla por toda la nave, perseguidos por las fuerzas de la Alianza. Nos enforzamos para entender nuestra situación, y para ponernos de acuerdo en nuestro siguiente plan. ¿Podíamos alterar el rumbo del Borealis? ¿Debíamos encallarlo en el Ártico, dando a nuestros compañeros una oportunidad para estudiarlo? ¿Debíamos destruirlo con todos abordo, incluidos nosotros? Era imposible mantener un pensamiento coherente, dados los desconcertantes y paradójicos bucles temporales que pasaban a través del barco como burbujas. Sentí que enloquecía, que todos lo hacíamos, enfrentándonos a innumerables versiones de nosotros mismos en ese buque, mitad barco fantasma, mitad casa del terror.
En lo que concluyó todo, finalmente, fue en una decisión. Judith Mossman razonó que debíamos salvar el Borealis y entregárselo a la resistencia, que nuestros inteligentes compañeros podrían estudiarlo y obtener su poder. Pero Alyx me recordó que había jurado honrar el deseo de su padre de destruir el barco, tramó un plan para hacer que el Borealis se autodestruyera mientras lo enviaba al corazón del nexo de invasión de la Alianza. Judith y Alyx discutieron. Judith sometió a Alyx y preparó el Borealis para el apagado del Dispositivo de Arranque y encallar el barco en el hielo. Entonces escuché un disparo, y Judith cayó. Alyx decidió por todos nosotros, o su arma lo hizo. Con la Dra. Mossman muerta, nos comprometimos a la misión suicida. Tristemente, Alyx y yo armamos el Borealis, creando el primer misil balístico intertemporal y lo dirigimos al corazón del Centro de Mando de la Alianza.
En este instante, como sin duda no te sorprenderá oír, esa Cierta Figura Siniestra apareció en la forma de ese tramposo bromista, G-Man. For primera vez no apareció ante mí, sino ante Alyx Vance. Alyx, que no había visto a ese esotérico director de escuela desde su infancia, le reconocíó instantáneamente. "Ven conmigo, tenemos sitios a los que ir y cosas que hacer", dijo G-Man, y Alyx accedió, siguiendo al extraño hombre gris fuera del Borealis, fuera de nuestra realidad. No hubo ninguna puerta conveniente abierta para mí; tan sólo una risita y una mirada de reojo. Fui abandonado, montando el buque de investigación hacia el corazón del mundo de la Alianza. De repente, una inmensa luz brilló, y pude observar una visión cósmica de una resplandeciente esfera de Dyson. La inmensidad del poder de la Alianza, la futilidad de nuestra lucha, floreció brevemente en mi conciencia. Lo vi todo. Principalmente vi cómo el Borealis, nuestro arma más poderosa, se registraría como algo menos que la combustión de un fósforo cuando explotó, y lo que quedase de mi sería incluso menos que eso.
Justo después, como seguramente previste, los Vortigaunts abrieron sus propias cortinas de realidad, llegando a mí, como habían hecho en ocasiones anteriores, extrayéndome y apartándome a un lado. Apenas pude ver los fuegos artificiales.
Y aquí estamos. Hablé de mi retorno a éstos lares. Ha sido un camino tortuoso a tierras que una vez conocí, y me ha sorprendido lo mucho que ha cambiado el terreno. Ha pasado tanto tiempo que muy pocos me recuerdan, qué dije la última vez que hablé o qué esperaba conseguir. A estas alturas, la resistencia habrá fracasado o triunfado, pero no gracias a mí. Mis viejos amigos han sido silenciados o caídos en el olvido. Ya no conozco ni reconozco a la mayoría de miembros del equipo de investigación, aunque creo que aún persiste el espíritu de la rebelión. Espero que sepas mejor que yo las medidas apropiadas, y te dejo al mando de la situación. No esperes más correspondencia de mí sobre estos temas; este es mi episodio final.
Tuyo, en la infinita finalidad,
Dr. Gordon Freeman